Recuerdo contar los días que faltaban para mi cumpleaños. Sentarme en la mesa, rodeada de mis primos y amigos. Globos de colores, confetti y un gran pastel, que había horneado junto a mi madre esa misma mañana.
Y soplar las velas, bien fuerte, para que se cumplieran todos mis deseos.
Ese primer cumpleaños, su primera vuelta al Sol.
Y todas las demás, en las que hay que celebrar que ha ido creciendo, aprendiendo, y alegrándonos los días.
Celebremos la vida. Y qué mejor manera que apagando las velas en un hermoso pastel.